Desasociego

Ese destino que acaece sin ser llamado y que envuelve los poros de cada parte de la piel. Destino que viste de incógnito y pasa desapercibido, oculto de las miradas y mimetizado en las sombras. ¿Cuáles serán tus intenciones? ¿Acaso vienes a husmear entre la cotidianidad porque te aburre la eternidad? Te escabulles entre la noche y el día,  comienzo a buscarte, doy pasos grandes y pequeños, saltas de mirada en mirada, por un momento te alcanzo y todo queda en silencio.

Aparece esa sensación, recuerdos, sonidos; es un suspiro, como un breve espacio de aire detenido en el tiempo y suena a un instrumento musical. Explota en mis oídos y me siento sin aire, caigo sobre el anden. Tal vez no seas un destino escapado de la soledad, ta vez seas simplemente un pequeño recuerdo vagando sobre el mundo, porque a fin de cuentas, me haces cosquillas y te vas silbando.

Mirada de tarde

Tomarte de la mano y perdernos en mitad de un atardecer. Tomar los pasos de esos pies pequeños que vuelan sobre la acera. Entonces partir hacia ningún lugar, hacia una posibilidad sin sentido, hacia un instante sin tiempo, hacia la nada y el todo de nuestras miradas.

Y estando allí, deshacernos, despapelarnos, desnudarnos, rompernos en mil pedazos y a punta de besos reharcenos, encuadernarnos, crearnos…

y si…

y si la cotidianidad nos embarga, y el camino de las bicicletas se llena de charcos y piedras… simplemente nos reinventamos; nos bajaríamos de los sillines y cambiaríamos las ruedas por alas, pondríamos un manubrio de chocolate y una cadena de sonrisas.

y si el aburrimiento aparece, dejaríamos que brevemente nos abrace, nos desconcierte; para que de nuevo nos asombremos por lo simple y lo bello.

y si las cosas palidecen con el día, nos compramos una linterna de colores, le ponemos un bombillo de corazones y volvemos a darle una vuelta al sol…

y si…

nos quedamos

viendo la noche oscura

llena de estrellas.

Imagen

Atardeceres

Atravesamos una pequeña puerta de metal en el piso 15, el sol apabullante nos saludaba sobre la terraza y en una esquina una pequeña familia cocinaba mientras una niña volaba y le cantaba a su bicicleta.

El sol paciente tocaba su espalda mientras ella miraba el horizonte, deambulaba entre sus pensamientos y me miraba de vez en cuando; yo, me encontraba un par de metros a su izquierda, quise acercarme pero detuve para observar como el aire arrastraba el pelo hacia su cara. El silencio cómplice de las sonrisas hacía que me acercará mas, toque su espalda y mi mano se deslizó hasta su dorso.

Luego, el sol se ocultó.

LEM