Carta

Yo me imagino que si le escribo una carta, usted la va a tomar entre sus manos y la dejará reposar un tiempo en la mesa de noche. Que de pronto un día cualquiera mientras este ordenando va a encontrarla de nuevo; se sentará al borde de la cama y la abrirá.

Supongo que hará una sonrisa y cuando rasgue el sobre se tomará un suspiro. Me imagino leyéndola despacio, a su tiempo, a su propio ritmo. En el primer párrafo se me ocurre que leería lo siguiente:

«Hola, sabías que  una persona promedio gasta alrededor de catorce días de su vida solamente besos; bueno yo tampoco lo sabía pero tenía que empezar esta carta con algo.»

Supongo que soltarías una carcajada y dado que catorce días de corrido si bien se me hace mucho para este momento en la vida creo que aun me falta.  Me gustaría que leyera esa carta mientras escucha Check to Check de Louis Armstrong y que después del primer párrafo fuera a la cocina danzando a prepararse algo.

Entonces volvería sobre el borde de su cama y comenzaría el segundo párrafo:

«No puedo determinar la primera vez que la vi, mi memoria parece manejarse sola y a veces decide que está bien recordar que el azúcar de la cafetería ubicada en la 13 con 49 siempre viene en cubos. Sin embargo, por cosas que aún no entiendo se niega a recordar cuando conozco a alguien, es más me parece que tiende a confundirme y puedo quedar muy mal diciendo: claro que te conozco de la fiesta de Felipe y muy posiblemente nunca fui a la fiesta y no sé quién es Felipe. Así que la primera vez que la vi me haya devuelto a la casa y haya puesto su nombre al lado del refrigerador, al lado de su nombre hay una carita feliz y siempre me recuerda sus sonrisas.»

Para cuando ha leído este segundo párrafo por esas cosas de la vida, ya suena  Dream a Little Dream, se pregunta sí de verdad tengo un papelito con su nombre en refrigerador, sí en realidad tengo tan mala memoria o solo es una mentira pequeña, frente a lo cual le diría que tal vez no tenga el papelito sobre la nevera, pero si uno en la billetera.  Que mi memoria tiende a confundirme. Entonces supondría que soy un bicho raro y seguiría leyendo.

«Porque encontrarme con usted me parece algo bonito, y esa palabra bonito no tiendo a usarla mucho o al menos no con la frecuencia que quisiera. Debo decirle que eso hace que los días sean mas sonrientes, bonito, así de simple.»

Para cuando haya llegado a esta parte de la carta usted sonreirá, pero al mismo tiempo su mente comenzará a divagar, a preguntar, ¿por qué, cómo, desde cuándo, qué? y ante tales preguntas sinceramente no sabría qué decir. Que así son los días, que no tengo explicaciones, y que para sonreír no desearía buscarlas. Entonces ante tal panorama de lo que puede suceder es posible que usted detenga su lectura, que tome la carta y la vuelva a dejar en la mesita de noche. Entonces tal vez sea yo el que me pregunte si deba escribirle tal carta o tal vez hacer una avioncito de papel o de pronto un barquito de papel. Tal vez me decida a hacerle una grulla de papel con la carta o una jirafa y un buen día que le vea se la daré.

Para una chica encantadora. J.F.