Ramiro nunca tuvo claro cuáles eran sus sentimientos con respecto hacia ella. Por más que le daba vueltas a sus sentimientos en las mañanas; se sentía atrapado como cuando se tiene gripa y todo parece andar muy lento. Sin embargo, Ramiro estaba decidido a que tal situación cambiara. No era posible que después de 4 años, los días siguieran pasando de la misma manera y los pensamientos le implicaban un mayor desgaste no solo mental, sino de tiempo. Y es que Ramiro según sus relojes invertía diariamente entre 10 y 12 minutos en tal situación, lo que al año se traduce en 3650 minutos o dos días y medio o una semana laborable. Es decir que Ramiro se había gastado una semana completa en el simple acto de pensar cómo se sentía con respecto a ella y si a eso le sumamos que es por año y a ella la conoce hace 4, da como resultado el equivalente a un mes.
Después de tanto cálculo y aritmética, Ramiro tomó valor, aunque sinceramente no tenía mucho y recurrió a cuanto libro de autoayuda había leído. Fue al teléfono, marcó los 8 números que se sabía de memoria, escuchó el timbre una vez, dos veces, tres veces…
-Alo?
-Hola, te estoy llamando…
-Si, eso me doy cuenta
-Mira… es que desde que te conocí te he pesando como 4 meses
-¿de qué estas hablando Ramiro? nos conocemos hace 4 años; dame un segundo que estoy en el carro y voy a pasar por algunos puentes.
En ese momento la llamada se cae y a Ramiro se le acaban los minutos. Con el sudor por la piel y el sentimiento gastado, da un gran suspiro, toma su mochila y, se dirige al apartamento de ella. En la portería, lo dejan entrar y desde allí comienza a pegar post-it naranjas con el nombre de ella, hasta la puerta son dos pisos, 40 escalones, 54 metros y en total 235 post-it. En la puerta arma un corazón y un retrato a punta de post-it de colores (53 post-it adicionales) y mientras la espera se duerme.
Ella llega a eso de las 11 de la noche, a medida que avanza y se prenden las luces mira los papelitos naranjas, observa cómo se dirigen a su apartamento y al llegar se encuentra con Ramiro; toma uno de los post-it le escribe algo y se lo pega en su mano; tiernamente le dice
-Buena noche
-Hola, ya llegaste
-Si, ya te diste cuenta; es más fácil sí en vez de decirmelo me lo susurras al oido
Ramiro sonríe y cuando va a ponerse de pie se da cuenta del post-it que ella le acaba de poner. Se lo pega a los labios de ella y la besa.
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